lunes, 21 de septiembre de 2015

Aprender a volar


Resumen

No sé si guardar notas que en algún momento de la vida interesaron es una buena o mala práctica, pero el autor del blog guardó una anotación que hoy comparte, pues ella se volvió trascendental de cara a la toma de una decisión particular. En efecto, con la influencia anglosajona, al término de una profesión jurídica y ya como un adulto mayor, se resuelve dar un salto (¿mortal?) hacia otra profesión jurídica: la meta actual es instaurar un Despacho de abogados, lo cual no es poca cosa en cualquier época de la vida.

Introducción

El propósito de la presente Entrada es reflexionar sobre aquella nota nunca olvidada. El motivo no cesa de ser docente, pues siempre se animó a los alumnos a para que ejercitaran su espíritu de aventura y pusieran su despacho: la palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Por esto, y antes que otra cosa, se expone aquella anotación guardada con celo sinigual y que, en cierto modo, indica que la  decisión tomada hoy, se viene alimentando desde hace muchos años. Por supuesto que existe un proyecto, pero también se tiene el hábito de dejarse guiar por los consejos de la sagacidad. Sin más rodeos, he aquí el objeto de reflexión:

Aprender a volar. Lecciones de una lectura ligera (Bailey, 1993)


Esto también vale para los abogados litigantes:

1.       Los pilotos no tardan en aprender  que deben tomar ciertas decisiones con rapidez y que éstas deben ser correctas.

2.       Los pilotos aprenden que, para gobernar el aeroplano con eficiencia, deben quitarse el hábito de obedecer las órdenes (excepto en el caso de los pilotos militares cuando vuelan en formación).

3.       Los pilotos saben que si desean elegir la aviación como carrera, tienen que desarrollar una fuerte confianza en sí mismos y no angustiarse por cualquier percance que tengan que confrontar.

4.       Los pilotos tienen que estar preparados para decidir y actuar con celeridad y evitar los errores, incluso cuando apremia el tiempo.

5.       Los pilotos…sólo son seres humanos y sí cometen errores de ven en cuando. Pero saben que no todos los errores…son necesariamente fatales, a condición de que sepan: a) reconocer el error cometido, b) investigar su naturaleza y los medios para corregirlo, c) no atemorizarse ni paralizarse en los controles de mando.

El área de estudio es el de las prácticas jurídicas. Muchos alumnos, e incluso quienes no lo fueron, imaginan que quien esto escribe es un neófito (un recién converso) a estos menesteres, lo cual es falso, ya que en esto también hay camino andado. Generalmente, ellos sitúan al autor de esta líneas en los campos de la educación jurídica y, si acaso, en el terreno de la dogmática jurídica (y se olvidan que una y otra nunca podrían existir fuera de las áreas de la jurisprudencia o de la legislación). Al decir de algunos autores, no existe práctica alguna sin teoría; y, al decir de otros, no existe mejor práctica que una buena teoría.
En el caso del autor del Blog, las credenciales a mostrar responden a cargos en la Administración (universitaria y pública), que es una profesión jurídica cuya esencia radica en la aplicación de leyes. No obstante, carece de sentido tratar de hacer apología, cuando se dice que el área de estudio está constituida por las prácticas jurídicas, pues con ello se está pensando en las prácticas de los abogados (de gestoría, de justicia alternativa o de actividades en los tribunales).
De hecho, al egresar de la carrera de licenciado en Derecho, se afirma –aunque en muchas ocasiones sólo sea una presunción- que el egresado goza de los conocimientos básicos de la disciplina jurídica con el fin de  que se le otorgue licencia para patrocinar litigios, el resto de las profesiones jurídicas tienen otros requisitos, además de la cédula profesional.

Esto también vale para los abogados

Los abogados no tardan en aprender que deben tomar ciertas decisiones con rapidez y que éstas deben ser correctas. Se comprende que para cumplir con dicho deber el abogado necesita tener conocimientos acerca de los datos jurídicos del caso, más el ordenamiento jurídico (con la ponderación correspondiente que haga posible la integración de una cosa con la otra). Todo esto a partir de los datos construidos dentro de la función que realice: atacante o atacado. Siempre a la luz de la jurisprudencia.
Los abogados aprenden que, para gobernar el despacho con eficiencia, deben quitarse el hábito de obedecer las órdenes (excepto en el caso de los pilotos militares cuando vuelan en formación). En su actuación, el abogado valora los derechos fundamentales de la persona involucrada en la función procesal que realiza y dentro del orden valorativo jurídico. Con un vocabulario tradicional y coloquial, cabe afirmar que la Justicia no es sirvienta sino señora, ella existe no para servirle a nadie sino para ser servida. Por lo tanto, el abogado solamente está sujeto a los mandatos de la Justicia.
Los abogados saben que si desean elegir la abogacía como carrera, tienen que desarrollar una fuerte confianza en sí mismos y no angustiarse por cualquier percance que tengan que confrontar. En el México prehispánico, se empleaba la expresión “rostro y corazón” para representar a la persona. Hoy en día, podría equipararse a inteligencia y voluntad. El gran lío de nuestros tiempos y en nuestra región, estriba en el acento que se pone a la voluntad en un afán desmedido por vencer sin convencer. Pareciera que en las prácticas jurídicas hay un gran olvido de la inteligencia. Teóricamente se ha llegado al extremo de pensar que el derecho es argumentación y sólo argumentación. Pero, en la argumentación sin inteligencia está el origen de la desconfianza en sí mismo y la angustia o angostura, prácticamente el callejón sin salida de algunos casos jurídicos.
Los abogados tienen que estar preparados para decidir y actuar con celeridad y evitar los errores, incluso cuando apremia el tiempo. Todo se enmarca dentro de un gran error la incomprensión de que su función procesal es función judicial. La jurisdicción es asunto del juez, pero el abogado coadyuva con el juez, según el ritmo que marca el derecho procesal, caracterizado siempre por un raudal de actividades a realizar en breve tiempo. En el acto llega a la memoria el texto de un expendio de alimentos: “Rápido y bien, no hay quien. Si te sirvo rápido, te sirvo mal, pero con calma ¿Qué tal”.

Conclusión

Los abogados…sólo son seres humanos y sí cometen errores de ven en cuando. Pero saben que no todos los errores…son necesariamente fatales, a condición de que sepan: a) reconocer el error cometido, b) investigar su naturaleza y los medios para corregirlo, c) no atemorizarse ni paralizarse en los controles de mando. Sin comentarios.

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